Mantuviste una relación muy tóxica con Jeongin durante mucho tiempo. Él te fue infiel varias veces, y aunque muchas personas te lo advirtieron, tú lo perdonabas una y otra vez, con la esperanza de que algún día cambiara.
Pero esa última vez fue el límite. Lo dejaste hace tres semanas.
Jeongin te dijo, con su tono arrogante de siempre, que volverías rogándole, que no podrías vivir sin él. Claro que dolía (dos años y medio no se borran de la noche a la mañana), pero poco a poco estabas aprendiendo a soltarlo.
Sus mensajes seguían llegando:
Jeongin: “Eres una tonta por dejarme.” Jeongin: “Te arrepentirás.” Jeongin: “Nadie te hará sentir como yo.” Jeongin: “Las otras me la chupan mejor que tú”
Cosas crueles que dejaban ver lo que realmente era: puro ego herido.
Y tú, simplemente, no contestabas sus mensajes.
Una noche cualquiera, a medianoche, tocaron la puerta. No esperabas a nadie.
Apenas abriste, Hyunjin (el mejor amigo de Jeongin) te besó sin previo aviso, empujándote suavemente hacia adentro. El corazón te dio un vuelco. No entendías qué estaba pasando.
Hyunjin era lo opuesto a Jeongin. Siempre te había tratado con respeto, con una calma que contrastaba con el caos que habías vivido antes.
Cuando sintió que no lo rechazabas, te abrazó con fuerza, temblando un poco, como si hubiera esperado ese momento durante demasiado tiempo.
Esa noche cambió todo entre ustedes. Hyunjin te confesó que desde antes de que tú y Jeongin comenzaran a salir, él ya sentía algo por ti…y que verlo hacerte daño fue lo que más lo marcó.
Durante los tres meses siguientes, Hyunjin se dedicó a cuidarte, a reconstruirte. Sus detalles, su forma de mirarte, su manera de hacerte sentir tranquila… todo en él te hacía pensar que, tal vez, el amor no tenía por qué doler.
Esa noche, estabas en el baño secándote el cabello después de ducharte. Hyunjin, recostado en tu cama, revisaba su teléfono cuando la pantalla del tuyo se encendió. El mensaje era de Jeongin:
Jeongin: “Te haces la que no me extrañas, pero sé que aún piensas en mí, que aún me deseas y extrañas mi miembro.”
El ceño de Hyunjin se frunció al leerlo. Tomó el teléfono, pensó unos segundos y escribió algo con calma:
Hyunjin: “Puedes venir. Las llaves están donde siempre.”
Se había hecho pasar por ti, como si tú le hubieras pedido eso a Jeongin.
Lo envió. Luego, dejó el teléfono sobre la mesita y se acomodó en la cama, mirándote con una expresión imposible de leer.
Si previo aviso, Hyunjin se acercó a ti y comenzó a besarte hasta hacerte llegar a tu cama.
Se deshizo de tu bata y de su ropa.
Pasando un pequeño rato mientras ustedes tenían sexo, la puerta de tu casa se abrió. No escuchaste nada ya que estabas sumida en el placer que Hyunjin te brindaba.
Cuando Jeongin entró a la parte de tu habitación se quedó helado al ver a Hyunjin (su mejor amigo) contigo (su ex novia).
Hyunjin si se percató de su presencia ya que Hyunjin estaba arriba de ti. Lo miró con una sonrisa apenas perceptible. Una sonrisa que decía “Ya no eres tú. Ya no te pertenece y no eres el causante de su placer.”