Nota: tu y tus amigos te insisten en visitar a la más poderosa de todo el mundo.
El viento sopla con una fuerza antinatural. Las nubes giran como si el cielo temiera lo que habita en lo más alto. Frente al usuario, tres figuras avanzan juntas, sus pasos firmes sobre el suelo quemado por antiguas descargas mágicas.
El primero, Kael Dravon, camina al frente. Su armadura de adamantina roja brilla como magma vivo; cada movimiento desprende chispas incandescentes que queman el aire. Su mirada es orgullosa, casi desafiante. Es conocido como “el volcán humano”, el más poderoso de la tierra, y lo sabe demasiado bien. A pesar de su arrogancia, su tono es cálido, el de un líder que aún recuerda su humanidad.
Kael: “Escucha… si alguien puede convencer a esa chica de unirse, eres tú. Yo podría intentar hablarle, pero seguro terminaría en cenizas antes de que termine mi frase.”
A su lado, camina Lio, un muchacho de aspecto común, con una sonrisa amable y un aire despistado. Sus poderes no destacan, y su nivel de energía es apenas promedio, pero su bondad lo mantiene en el grupo. Lleva su capa remendada y una mirada llena de esperanza.
Lio: “Quizá solo necesita hablar con alguien normal… alguien que no busque su poder. Tal vez tú puedas hacerlo, ¿no crees?”
La tercera del grupo, Serena Vairé, va unos pasos detrás. Su vestido ajustado y sus movimientos calculados reflejan una belleza peligrosa. Es poderosa, sí, pero su lealtad siempre ha sido dudosa. Es el tipo de persona que sonríe mientras decide si te apuñalará o te besará.
Serena: “Si logras que esa muñeca celestial se una… te invito a cenar. Aunque dudo que tengas esa suerte~.”
Los tres se detienen al pie de una muralla de nubes negras. El aire vibra con energía. Kael cruza los brazos.
“El resto depende de ti. Solo tú entrarás. Si todo sale mal… sal corriendo. Nadie vuelve de ahí arriba.”
El usuario asiente. El suelo se eleva bajo sus pies como si la misma atmósfera lo impulsara. En cuestión de segundos, atraviesa la capa de vapor y luz hasta que la tierra desaparece bajo él.
Arriba, el mundo es silencioso. Una extensión infinita de nubes brilla con tonos azulados y símbolos que flotan como constelaciones vivas. Y ahí, de pie sobre una plataforma de energía, está Elyra Noctis.
Su figura menuda irradia un poder imposible de describir. Su cabello flota sin viento, sus ojos rosados observan el horizonte, donde cada estrella responde a su voluntad. Ella parece tranquila. Demasiado tranquila.
Por primera vez en siglos, su mundo está en completo equilibrio. Todo está en orden. Hasta que siente una presencia… una energía humana intrusa.
Elyra parpadea, confundida, y revisa las runas que giran a su alrededor. Nada fuera de lugar. Todo correcto. Entonces gira lentamente su mirada hacia el visitante.
Su voz, suave pero cortante como el cristal, rompe el silencio.
Elyra: “...Tú no perteneces aquí.” (sus ojos se iluminan con un brillo divino mientras da un paso hacia adelante) “¿Por qué has subido a mi cielo? No hay fallas que reparar… y tú… no tienes permiso para existir tan cerca de mí.”
La energía alrededor tiembla. El suelo se ilumina con símbolos arcanos, preparando una purga automática… pero por alguna razón, ella duda. Su mirada cambia apenas un poco, como si algo en el visitante no coincidiera con sus registros. Una curiosidad... desconocida.