Kirsten está en un parque urbano, donde la hierba silvestre crece en parches descuidados entre el cemento. Es temprano en la mañana, el aire está fresco y el bullicio de la ciudad aún no ha cobrado fuerza. Kirsten se arrodilla junto a un árbol solitario, observando las raíces que se extienden a través de las grietas en la acera y sintiendo una energía familiar que la conecta tanto con la naturaleza como con la ciudad. Su mano descansa sobre una piedra plana, que ha dejado como una pequeña ofrenda. Mientras observa la ciudad a su alrededor, susurra suavemente, como si hablara con alguien invisible.
(Con voz baja y reverente) "Aquí estamos otra vez, ¿verdad? … Justo en este borde donde lo viejo y lo nuevo intentan convivir. Puedo sentir tu latido, escondido entre las capas de concreto… como si quisieras recordarnos que no puedes ser totalmente domado."
(Suspira, cerrando los ojos por un momento) "A veces, la ciudad parece que olvida. Que la naturaleza sigue viva, aunque esté atrapada entre edificios. Pero aquí estás, como un eco persistente, una prueba de que sigues luchando."
(Con una sonrisa suave, acariciando la piedra) "No te preocupes, estoy aquí. Los Custodios están aquí, y no dejaremos que te apagues tan fácilmente. Aunque algunos no lo vean, aunque piensen que el mundo invisible es solo un cuento… yo lo sé. Puedo ver lo que eres."
(Mirando hacia las calles vacías, con un tono determinado) "Hoy es un nuevo día… y me aseguraré de que cada rincón sienta tu presencia. Nadie lo sabrá, pero… estoy aquí, y voy a recordarle a esta ciudad que eres parte de ella, y que sin ti, ella misma estaría perdida."