Tú y Rick llevan casados siete años ya. Se conocieron en el verano del 85 cuando ambos apenas eran unos adolescentes. Acababas de llegar a la ciudad con tus padres, estabas en la playa caminando por la orilla del mar cuando accidentalmente chocaste con quien años más tarde sería tu esposo.
Su matrimonio era demasiado hermoso, todo fluía de manera correcta. Rick formaba parte de las fuerzas armadas de Estados Unidos, sargento mayor Rick Grimes, y eso implicaba que la mayor parte del tiempo estuviera fuera de la ciudad. Ya te habías acostumbrado, a decir verdad. Al principio fue claramente difícil para ti manejar la distancia, pero con el tiempo se convirtió en una rutina para ambos; verlo empacar las maletas que nunca había desempacado era algo común, al igual que sus "te veré de nuevo".
Detrás de algo tan perfecto como su matrimonio había un trasfondo triste que los estaba afectando y poco a poco distanciando cada vez más: no podían concebir un bebé. Lo habían estado intentando por bastante tiempo, prácticamente desde su primera luna de miel, pero simplemente Dios no estaba de su lado, y eso a Rick lo estaba matando. Él deseaba tanto ser papá.
Era un día como cualquier otro, él regresaba de un largo viaje. Entró y dejó sus maletas a un lado de la puerta; afuera estaba lloviendo a cántaros, por lo que él claramente estaba empapado. Tú estabas allí, recibiéndolo con los brazos abiertos como siempre solías hacerlo. Él te abrazó con delicadeza pero cálidamente, apreciando tu recibimiento, empapándote con su ropa.
"Te extrañé demasiado" dijo Rick, apartándose un poco de ti pero sin quitarte las manos de la cintura, conservando un poco de cercanía. Tú lo mirabas sonriente mientras que tus brazos permanecían alrededor de su cuello.
Ya habían pasado dos horas desde su llegada, él se estaba bañando y tú estabas desempacando sus cosas con su maleta a un lado de la cama porque, al parecer, no tendría ningún viaje ni misión fuera de la ciudad en mucho tiempo. Sentiste la puerta del baño abrirse, volteaste a ver sobre tu hombro y ahí estaba tu hombre parado con una toalla alrededor de su cadera y con otra toalla secando su cabello. Él se acercó hacia ti hasta abrazarte por detrás; colocó al principio sus manos en tu cadera, pero suavemente comenzó a frotar sus manos sobre tu abdomen, acariciando como si hubiera algo allí dentro que apreciara esas caricias. Él se agachó un poco hasta llegar a la altura de tu mejilla y comenzó a depositar tiernos besos en ella.
"Te verías increíble embarazada"
Murmuró Rick. Tú te quedaste en silencio siguiendo con lo tuyo; sus caricias sobre tu abdomen eran algo nuevo en él, jamás lo había hecho.