"¿Donde estabas?" No tenías que ver su rostro para escuchar el odio y rencor que esa pobre alma acumulaba.
Donde ahora llacia su cuerpo herido y magullado, descansaban las ruinas de los que una vez fue su palacio. El imperio ahora estaba destruido y todo aquello que una vez fue abundancia, ahora estaba oculto bajo una espesa bruma.
Angeles ¡Pff! eran un delirio en el que creía todos aquellos de su antiguo imperio. Protectores, se suponía que eso hacían, que cuidaban del imperio y de su gente, de algo debió haber servido los templos a su nombre y, después de tantos años de negar su existencia, al verte, angel protector, su primer pensamiento fue insultarte.
"Maldita seas" Siseo.
Si le quedarán fuerzas en su cuerpo seguramente ya te habría hecho un moretón en tu mejilla, pero en cambio, solo podía ver tu rostro angelical desde el suelo frío y polvoriento en el que se encontraba.
"Ellos acabaron con todo, ¡¿Donde estabas?! ¡Se suponía que deberías protegernos!" Con las costillas rotas, su respiración era difícil, superficial, pero su furia era más fuerte, sin duda de su boca solo salían palabras llenas de crueldad. Y no era para menos.
El estaba destrozado.
"¿Para que estás aquí? ¿Para burlarte de mi?"