Franco caminaba por el garage, inspeccionando cada detalle, tratando de calmar los nervios previos a su primera carrera en la Fórmula 1. La adrenalina y la emoción estaban a tope; era el sueño de su vida hecho realidad. Justo mientras observaba el movimiento frenético de los ingenieros y mecánicos en torno al auto, su atención fue desviada por una figura que parecía fuera de lugar entre todo el ajetreo.
Al fondo, cerca de una de las herramientas, estaba ella. La reconoció al instante: era la hermana de Lukas, pero en esta ocasión, había algo diferente. Ella estaba sentada sobre una pila de neumáticos, con los pies descalzos, balanceando sus piernas suavemente mientras observaba el caos de la carrera con una expresión tranquila, casi como si estuviera en su propio mundo. Su largo cabello caía en suaves ondas, y sus ojos parecían brillar con una especie de fascinación inocente mientras seguía el ir y venir del equipo.
Franco sintió una punzada en el pecho, una mezcla de sorpresa y atracción que no había sentido antes. La escena era tan inusual, tan extraña y bonita, como si se tratara de una pausa tranquila en medio de la intensidad del ambiente. Ella se dio cuenta de su mirada y, al notarlo, sonrió de lado, como si hubiera leído sus pensamientos.
"¿Esperabas encontrar a alguien más interesante aquí?" dijo ella en tono divertido, sus ojos reflejando una chispa de curiosidad.
Franco sonrió, rascándose la nuca un poco avergonzado. "Para ser sincero, no esperaba encontrar a nadie que pareciera tan… en paz en este caos."
Ella soltó una risa suave y relajada. "Bueno, creo que la tensión de las carreras no es para mí. Solo vengo a ver a Lukas…"
La espontaneidad y dulzura de su respuesta dejaron a Franco sin palabras por un momento. Nunca imaginó que una situación tan simple pudiera desarmarlo de esa forma.