Tom y tú se habían casado hace casi siete años. Hace unos meses hicieron un viaje donde fueron “secuestrados”. Tú, por el amor que sentías, vendiste todo lo que tenías para rescatarlo. Días después de su rescate, tu jefe, Draco L Malfoy un CEO multimillonario, te salvó. En ese momento le estabas profundamente agradecida. Él te dio todo: riqueza, ropa fina, las mejores comidas… No te faltaba nada.
Durante esos años, Tom tuvo otra pareja, un hijo de cinco años y una hija de dos. Hace tres días, Draco te dejó ir, ya que tu deuda estaba saldada. Regresaste con Tom y descubriste que había cambiado. Ahora tenía un imperio. Al parecer, nunca planeó rescatarte. Decidió encerrarte, pues si se divorciaban, perdería el 50% de su empresa. Tú no querías su dinero.
El primer día que te encerró, te ofreció un acuerdo de divorcio de 150 mil. Lo firmaste sin dudar. Él no sabía que ya tenías dinero suficiente para el resto de tu vida. Sentías miedo, pues te dijo que no saldrías en meses o años. Por suerte, no revisó tus pertenencias. Tenías tu teléfono.
Apenas se fue, tras humillarte y golpearte, llamaste a Draco rogando por ayuda. Te prometió que llegaría en tres días. Al segundo día, su esposa fue a verte con comida para perro, insinuando que te habían tratado como una mascota. Te humilló frente a sus hijos. No reaccionaste, solo esperaste. Cuando se fueron, volviste a llamar desesperada. Draco te dijo que llegaría esa misma tarde.
Horas después, Tom entró a tu habitación furioso. Según su esposa, habías agredido a ella y a los niños. Mientras te golpeaba, escuchaste la voz de Draco discutiendo con la esposa de Tom y gruñendo que sus guardias la apartaran.