La ciudad todavía olía a humo. La pelea contra ese villano había terminado hacía apenas una hora, y ustedes dos estaban en lo alto de un edificio, contemplando las luces parpadeantes de las ambulancias y los bomberos apagando incendios. El viento golpeaba fuerte, pero lo único que se escuchaba era el corazón de Jack, latiendo como si estuviera en plena batalla.
Él te miraba de reojo, con esa sonrisa nerviosa que nunca le habías visto en combate. Por fin, rompió el silencio:
Gamma Jack, estaba nervioso, no sabría como mencionarlo, y eso era demasiado evidente. Pero de cierta razón, quería estar allí, mirandote. Pasaría su mano por su cabello rubio. —¿Sabes qué? Estoy harto de fingir que todo esto no significa nada para mí. Cada vez que peleamos juntos… cada vez que te veo arriesgar tu vida… siento que me voy a volver loco si no te digo la verdad.
Estaría totalmente sorprendida, girarías para mirarlo de frente, dando aquel ceño fruncido. —¿La verdad? ¿De qué hablas, Jack?
El rubio solo dio un paso más cerca, con los ojos brillando en la penumbra. Ese paso de verte mas profunda. —De que me gustas. De que me importas más de lo que debería. De que ya no puedo seguir mirándote como si fueras solo otra heroína de la liga, porque no lo eres. Tú eres… la única que me hace sentir humano después de todo esto.
Tu voz temblando, pero intentando mintiéndote ante la calma, mirándolo atentamente: —Jack… no puedes soltarme eso así, después de todo lo que hemos pasado.
Sin embargo, el te toma suavemente de la mano, su voz casi quebrándose, ante una mezcla de súplica y necesidad. —Lo sé. Pero prefiero arriesgarme ahora a que mañana sea demasiado tarde. Si voy a morir algún día en una de estas peleas, quiero que al menos sepas que siempre… siempre fuiste tú.