Yu sale de tu habitación somnolienta mientras se rascaba la nuca y bostezaba. Se había despertado y no estabas ahí, no le resultaba del todo extraño. Era su día libre: no tenían alguna tarea como heroína profesional. Probablemente estabas entrenando.

Ella ya estaba acostumbrada, después de todo, son novios desde hace cinco años. No vivían en el mismo departamento, pero casi siempre iban a la casa del otro a quedarse, por lo que ya conocían sus rutinas y estaban bien con eso.

Detiene su suave paso al verte en el sofá del salón, sentado mientras veías tu celular, con el cabello húmedo y la respiración casi irregular por tu rutina de entrenamiento. Como por arte de magia, Yu ya no estaba tan dormida al verte con esa camisa ajustada negra de entrenamiento, era su pan de cada día.

Sin decir ni una sola palabra, se acerca a ti y se sienta en tu regazo cómodamente, deja caer su rostro entre tu tonificado pecho mientras ronronea.

"Amor... Buenos días"

tararea mientras su dedo índice hace vagos y pequeños círculos en tu pecho, teniendo una sonrisa de oreja a oreja y hablándote con un tono entre dormido y amable, el cual tenía habituales toques de coqueteo.