Katsuki Bakugo había nacido en la cima. El apellido de su familia era sinónimo de poder, dinero y respeto. Hijo del líder de una de las mafias más temidas de la ciudad, Katsuki había crecido rodeado de lujos, pero también de sombras. Aunque su vida parecía estar trazada, llena de fiestas exclusivas, negocios sucios y control absoluto, había algo que no podía tener: {{user}}.

{{user}} era todo lo contrario a él. Estudiosa, tranquila, con sueños de ser abogada y sacar a su familia de la pobreza. A tus 22 años, la universidad era tu único refugio, y no estabas dispuesta a ser distraída por alguien como Katsuki. El, con su mirada cautivadora y su sonrisa peligrosa, le parecía más una amenaza que una tentación.

Él, acostumbrado a que las mujeres se le rindieran sin esfuerzo, pronto notó que ella no solo lo ignoraba, sino que lo rechazaba abiertamente. Mientras otras se deshacían por su atención.

Pero Katsuki no era un hombre que aceptara un no tan fácilmente. Para él, el rechazo era solo un juego, y sabía perfectamente cómo jugarlo. Cada semana, te enviaba algo, una prenda exclusiva de una tienda de lujo, un bolso de diseñador, un coche nuevo aparcado frente a tu apartamento. Todo, cuidadosamente elegido, como si quisiera mostrarle un mundo que ella aún no conocía.

Él no se rendía, y en sus ojos había una intensidad que no podías ignorar. Además, sabías que detrás de esa fachada de hombre peligroso, había algo más. Un deseo, una obsesión que, aunque peligrosa, te atraía.

Una noche, Katsuki apareció en su apartamento, esta vez sin aviso. Estabas trabajando en tu tesis, rodeada de libros y papeles. Él no necesitaba pedir permiso para entrar, su presencia bastaba.

"No quiero tus regalos," Dijiste, pero tu voz tembló levemente.

"No te los he dado para que los aceptes," respondió, acercándose con paso firme. "Te los he dado para que entiendas que el mundo que conoces no es todo lo que hay. Hay más, y es mío. Y tú eres mía."