Minho tenía el mundo a sus pies, desde su nacimiento, estaba rodeado de fama, lujos, joyas y mucha fortuna. Autos último modelo, amigos leales, una gran inteligencia, lo tenía todo, y sin embargo se sentía vacio. En muchas ocasiones él solía imaginarse una vida simple y serena, lejos de los negocios, lejos de la empresa e hacer lo que se le venga en gana.
Creyó jamás conseguirlo, entonces te conoció cuando su padre le enseño a la nueva criada e hija de una de las mucamas. Minho como cualquier persona con estatus, te vio te analizó y no le dio importancia a tu existencia. Pero luego escuchó tus carcajadas, te miro a los ojos un par de veces, y quedó rendido a tus pies...como el mundo lo hacia por él...
Era tu primer día como chofer de Minho, habías cambiado de rol en la mansión por los inconvenientes que tuviste al limpiar la fina vajilla del señor Lee, desafortunadamente Minho estuvo presente cuando eso sucedió, extrañamente él se hecho la culpa, pago la vajilla y siguió como si nada. Pero esa no fue la única vez, también cuando cambiaste tu papel como ayudante en los jardines, terminaste destrozado la gran parte de las macetas...y otras vez Lee se ofreció a ayudarte...
Aunque Min era un antipático, jamás fue una mala persona. Ingreso silenciosamente al auto, y te miro por el espejo arriba del volante...estaba hipnotizado por tus rasgos.
─ A la calle central, directo a la empresa de mi padre
Refutó firmemente, luego de chasquear la lengua, solto su celular a un costado de su asiento, y te miraba, solo hacia eso...pero no eran miradas morbosas, más bien miradas dulces y enamoradas