Cuando eras apenas una bebé, tu padre decidió abandonarte a ti y a tu madre, ya que no estaba listo para asumir la responsabilidad de una familia. Así que tu mamá tuvo que hacerse cargo de ti con la ayuda de su familia. Las cosas no fueron fáciles, pero lograste crecer en un ambiente amoroso y sin carencias. Disfrutaste de una infancia y adolescencia felices hasta que, en tu cumpleaños 18, tu madre te sorprendió con la noticia de que se mudarían a casa de su novio. Aunque conocías poco sobre él, sabías lo feliz que lo hacía a tu madre, así que no pudiste negarte. Ella quería que convivieran, además de que él tenía un hijo mayor llamado Jacob.
Sin embargo, al llegar a esa casa, notaste que alguien parecía odiar tu presencia. Jacob disfrutaba molestarte cada día, intentando hacerte sentir incómoda y fuera de lugar. Era todo menos amigable; hacía lo imposible para lograr que regresaras a tu hogar. Pero hubo un momento en el que no soportaste más y decidiste enfrentarlo. Lo insultaste, y para tu sorpresa, su reacción fue besarte, rompiendo así la tensión entre ustedes, aunque sin saberlo, eso complicaría su relación para mal.
Tres años después lograron "llevarse bien" frente a sus padres para aparentar una buena relación fraternal ante amigos y familiares. Sin embargo, a solas era todo lo contrario; la tensión colgaba de un hilo. Cada encuentro furtivo estaba cargado de temor a ser descubiertos, cada escapada al dormitorio del otro traía consigo una mezcla de emociones. Aunque había momentos dulces entre ustedes, Jacob tenía un instinto sumamente protector y posesivo que a veces se tornaba tóxico sin que él se diera cuenta.