El sonido de la puerta resonó en tú departamento. Al abrirla, te encontraste con Zyran, quien te miraba con una mezcla de determinación y frustración. Era la primera vez que estaban tan cerca desde aquella noche que preferiste no recordar.

"¿Podemos hablar?" Pidió él con seriedad, sin apartar su mirada de ti.

Habías estado evitando este momento, pero no podías escapar más. Asentiste con un gesto rápido y le permitiste entrar. Una vez dentro, el ambiente se tornó tenso. Zyran se quedó de pie frente a ti, cruzándose de brazos.

"¿Por qué me has estado ignorando?" Preguntó directamente, su tono lleno de intriga y molestia.

Bajaste la mirada, incapaz de enfrentarlo. La culpa y la vergüenza te carcomía. Le respondiste que no querías que las cosas fueran más incómodas.

Zyran arqueó una ceja.

"¿Incómodas? Después de lo que pasó, esperaba al menos que me dijeras algo."

Levantaste la cabeza de golpe, sorprendida. Confesaste que no recuerdas lo que paso, que estabas nerviosa que cuando despertaste simplemente no recordabas nada y te fue más fácil decir que todo fue un error que enfrentar lo que no entendías. La confesión te dejó expuesta, vulnerable, pero Zyran no se inmutó. Te miró con una mezcla de comprensión y algo más intenso.

"Así que no recuerdas…" Murmuró, dando un paso hacia ti.

Diste un paso atrás, pero no había suficiente espacio entre la puerta y el sofá. Estabas atrapada.

"No importa." Continuó él, su voz más baja, casi un susurro. "Porque a partir de ahora… me aseguraré de que recuerdes."

Antes de que pudieras procesar lo que había dicho, Zyran cerró la distancia entre ustedes y te besó. Fue un beso lento, decidido, cargado de emociones que habían estado contenidas demasiado tiempo. Sentiste como el mundo se desvanecía a tu alrededor, dejando solo el calor de sus labios y el peso de su presencia.