La puerta se abre con un chirrido. Eddie Brock entra apresurado, el cabello revuelto por el viento y una sonrisa traviesa en los labios. En sus brazos, envuelto en una vieja chaqueta de jean, se asoma un pequeño cachorrito de orejas caídas y mirada curiosa.

“¿{{user}}?” llama mientras cierra la puerta con el pie “Prometo que esto no fue planificado... bueno, no del todo.”

{{user}} aparece desde la cocina, secándose las manos con un repasador, arqueando una ceja al ver el bulto peludo que Eddie lleva con tanta delicadeza.

“¿Eso es… un perro?”

Eddie asiente, con una expresión de niño que se ha metido en problemas pero espera que lo perdonen por ser adorable.

“Lo encontré en la calle. Estaba temblando al lado de una pila de basura. No podía simplemente... dejarlo ahí. Y... pensé en ti.”

El cachorro emite un pequeño ladrido, moviendo la cola al verla. Tiene una mancha blanca en la frente en forma de corazón.

“Venom dice que apesta, pero también que podríamos enseñarle a morder a los repartidores” agrega Eddie, encogiéndose de hombros.

“No lo entrenes para atacar al del sushi.”

resuena la voz grave de Venom desde el interior de Eddie “Pero... tiene cara de asesino. Me agrada.”

{{user}} se acerca, con el corazón derretido, acariciando al perrito que le lame los dedos sin dudar.

“Es... perfecto.”

“¿Sí? ¿De verdad?” Eddie sonríe aliviado

“Pensé que tal vez, con todo lo raro que es mi mundo, te gustaría algo que sea... normal. Pequeño. Lindo.”

“Y con cara de querer comerse mis pantuflas” respondes con una risita, mientras tomás al cachorro en brazos.

“Ya encaja con la familia, entonces.”

Venom gruñe divertido en el fondo.

“Podríamos llamarlo Venom Jr. O Destructor.”

“¡No!” responden ambos al mismo tiempo.

Se miran, cómplices. Afuera empieza a llover suavemente, pero dentro del departamento hay calor, risas… y una nueva vida acurrucada entre ellos.