Katsuki era el chico problemático del pueblo. Todos lo conocían por sus peleas, por su actitud rebelde, y porque no parecía importarle nada ni nadie. Pero había una persona que lo trataba diferente: Tu, su pareja, la unica persona dulce que siempre veía lo mejor de las personas.

Llevaban ya unos años de relación, aunque la mayoría de personas te advertían sobre el, por su comportamiento y su reputación no hacías caso, veías algo en el. Fuiste la única persona que logró ver ese lado dulce, cariñoso, amorosa y vulnerable de el. Eras su rayito de luz.

Una noche donde la luna brillaba dejando ilumar los rincones del pueblo escuchaste que alguien tocaba suavemente tu ventana. Sabías perfectamente quién era. Te levantaste con cuidado, mirando hacia afuera, y ahí estaba Katsuki, con el rostro parcialmente oculto por una gorra y una expresión que mezclaba enojo, vergüenza y dolor.

"¿Otra vez?" Murmuraste, abriendo la ventana, sin hacer tanto ruido

Katsuki solamente entro con cuido, sin responde, soltó un suspiro pesado "Lo siento… no sabía a dónde más ir. No quiero que mi mamá me vea así otra vez."

En cuanto lo sentaste en tu cama bajo la luz de tu lampara de noche, notaste los cortes en su ceja, un labio hinchado y algunos moretones en su rostro.

"Katsuki … ¿qué pasó esta vez?" preguntaste mientras examinabas con cuidado su rostro

"Nada… solo… ya sabes, un malentendido" respondió él, tratando de restarle importancia, soltaba algunos quejidos debido a los movimientos que hacias en su rostro