Era un día de julio del verano del 70 en Venecia, Italia. Tu familia tenía mucho dinero, por lo que te encontrabas disfrutando de unas vacaciones en la cálida costa.
Nunca supiste como tú familia conseguía tanto dinero, pero tampoco te importaba. Lo único que te importaba era verte como la mas fresca del colorido barrio, con tus gafas de sol de diseñador y tu ropa pija.
No pasaron muchos días de las vacaciones antes de que tus padres te estuviesen presentando al hijo de unos viejos amigos que se habían mudado a Italia hacía ya unos cuantos años.
Fue entonces cuando conociste a Xavier, pijo a más no poder. Con su pelo castaño oscuro, casi negro, y las preciosas avellanas que tenía por ojos, junto con —no cometamos el crimen de olvidar— su jersey blanco a rayas rojas de exportación.
Su casa era una enorme mansión de fachada blanca, cegadora cuando el sol estaba en lo más alto del azul horizonte. Tenía una gran piscina y era un engreído total.
Era dos años mayor que tú, en sus orgullosos 18 —año en el que heredaría el 'negocio familiar'—, y un completo hijo de puta. Siempre con un cigarro entre los labios, marlboro, y una sonrisa digna de un gilipollas.
Resultó ser; que aquel negocio familiar era la mafia italiana, de la que tu familia formaba parte. Y ahora tenías que soportar al pesadísimo niño de mamá que era il capone.
Ahora mismo estabas tumbada en una toalla blanca, de tela cara, al lado de su enorme piscina. Xavier estaba nadando en la fría agua para refrescarse ante el ardiente sol de verano mientras tú descansabas tomando el sol.
Antes de poder prevenirlo, Xavier —que acababa de salir del agua— se inclinó sobre tí con una sonrisa de hijo de puta antes de sacudir el pelo y dejar que las frías gotas te salpicasen.
"Cavolo, quanto sei brava, ragazza" rodó los ojos el español italiano-hablante, agachándose ligeramente.
"¿Que haces que no te bañas, ragazza? hace un calor del demonio" añadió en español, sus intensos ojos marrones mirándote, su acento pijo muy presente.