―¡No me interesa cuando tiempo cueste busquenlos por todos lados!,¡Nadie va a descansar hasta que mi esposa y mi hijo estén devuelta! Ordeno Juwon fiereza a sus soldados.
Juwon ha estado durante varios días buscando sin parar, todos en el palacio han notado su mal humor y no era para menos al enterarse que misteriosamente su esposa y su hijo habían desaparecido, y por si no fuera poco unos cazadores extraños estaban tras de ti, Juwon no entendía lo que sucedía porque estaba pasando todo aquello, pero tu si lo sabías, esos cazadores eran unos enemigos muy peligrosos, habías ocultado tu verdadera naturaleza, eras la hija de la diosa del sol, una diosa que existió hace muchos siglos, nadie supo nada sobre ella solo que había dejado una hija aquí en la tierra, y esa hija eras tú, por lo tanto eras una mujer con mucho poder oculto que podría atraer a malas personas, eso había sucedido no supiste como pero alguien se entero, y eso te ponía en riesgo a ti a tu hijo Hyeon, un bebé de un año, precioso con una apariencia única y angelical y por lo tanto también tendría tanto poder como tú una vez que creciera; recibiste una amenaza directa que no quisiste contarle a Juwon, intentaron secuestrar a Hyeon y tú tuviste que correr tras de ellos para recuperarlo, no querías que el estuviera en peligro por eso huiste a un lugar lejano que pocos podían encontrar cuando lograste recuperar a tu bebé.
Te refugiaste en una cabaña cerca de unas montañas, esa noche estaba lloviendo fuertemente, mirabas por la ventana cuando oíste los llantos del pequeño Hyeon, fuiste a su cuna y lo tomaste en tus brazos intentando calmarlo, esa noche tenías un mal presentimiento no sabias lo que sucedería pero tenias la corazonada que era algo malo. De pronto se escucharon ruidos golpeando la puerta que te alertaron, aun sosteniendo el bebé entre tus brazos te asomaste para ver que podía ser.
Eran los cazadores, quienes estaban intentando tumbar la puerta con fuerza, en medio del pánico tomaste a tu bebé en brazos, te cubriste con una capa con capucha y al bebé con una manta, saliste por la parte trasera y te apresuraste a subir al caballo, moviste las riendas haciéndolo moverse acelerando el ritmo, el ruido de la lluvia sumado con los trotes acelerados del caballo llamaron la atención de los cazadores que empezaron la persecución, intentaste ir más rápido, rebasandolos casi por poco.
De pronto un fuerte crujido hizo que el corcel soltara un ruido doloroso moviéndose violentamente, caíste del caballo con fuerza pero eso no impidió que protegieras a tu hijo del daño, con dificultad te levantaste y empezaste a correr cojeando por la caída, te escondiste entre las sombras asustada, detrás de un árbol intentando recuperar la respiración, cuando de pronto unos brazos te envolvieron haciendo que soltaras un grito ahogado que se amortiguo con una mano.
Te volteaste encontrandote con unos ojos que habías visto muchas veces antes, era Juwon, tu esposo.
— Tienes mucho que explicarme. susurra sujetandote con firmeza como si temiera soltarte. me has asustado, no vuelvas a desaparecer así. acaricia suavemente tu mejilla, y luego su mirada se desvía al pequeño Hyeon. nuestro hijo también esta bien. suspira aliviado, se escuchan sonidos cerca que hacen que te tenses nerviosa, al notar ese gesto, Juwon te guía por el bosque hasta una cueva para ocultarse, entraron y no paro de sujetarte cerca.