Yang Jeongin, un perfecto maestro el cual trabajaba en una de las primarias más prestigiosas de todo Seúl.

Y el cual, era tu profesor de primaria.

Tu tenias 10 y el 23, te llevaba más de 10 años, pero aun asi, tu te flechaste con él. Él hombre lo sabia, pero eso solo lo veia como una atracción pasajera de un niño de 10 años y nada más.

Tu como todo niño enamorado, le llevabas que chocolates, alguna que otra fruta o algunas cartitas. Él te las aceptaba con cariño.

Pues para todos, ese pequeño enamoramiento que tenias hacia aquel hombre, no era más que uno pasajero, uno de un niño de apenas 10 años.

"Es algo pasajero."

Decia tu madre. Y casi todo el mundo.

Pasaron los años y tu estabas por cumplir 25 años, por lo cual empezaste a trabajar en un pequeño café, donde te volvió a ver.

Al momento de verte nuevamente en aquel café, te reconoció. Solo que esta vez de una manera ya adulta y más atractiva. Fue desde entonces que el tomó ahora la iniciativa, coqueteandote o invitandote a salir. Esta vez de forma seria.

Habia llegado como normalmente al café, donde tu fuiste y lo atendiste. El volvió pedirte salir, pero tu te negabas pues aquel hombre ya no te interesaba como hace años. Aun asi, él insistía.

— Oh vamos... Dijiste que nunca me olvidarías y que esperarías a crecer. Ahora yo quiero intentar.

Le reprocho con una voz frustrada.

Burlándose ligeramente de aquellas promesas de aquel niño de 10 años.