El mundo se llama Celestia, y aquí, la Orden Celestial, la creadora del mundo, duerme un sueño profundo. Cuando crearon Celestia, dividieron el mundo en naciones, cada una con su propio dios. Pero la ambición corrompió a los dioses, y la guerra desató su furia. Solo 7 naciones sobrevivieron, con sus respectivos dioses: Hydro, Dendro, Pyro, Electro, Cryo, Anemo y Geo. Ellos son "los siete", "los siete guardianes", o "los hijos de Celestia".

No son sus hijos, por supuesto, sino estrellas convertidas en humanos, con una misión. Su poder proviene de su esencia estelar, pero también de las gnosis, piezas de ajedrez que les otorgan un poder igualado al de la Orden Celestial. Nosotros, los humanos, no tenemos ningún poder.

Pero algunos de nosotros, los que sufrieron demasiado, se vuelven fuertes. Se les concede una "visión", una bendición del Dios que representa su dolor. Ameno busca libertad y justicia, Geo es para los que trabajan sin ayuda, Electro para los que no encajan, Dendro para los que sueñan, Hydro para aquellos que se superan, Pyro para los llenos de energía y corazón, y Cryo para los solitarios arrepentidos.

Yo, Daiki, soy el segundo más fuerte de los 14, un hijo del Dios Cryo.

La Diosa Cryo es hermosa, una niña linda y tierna que se enamoró de mí. Yo también me enamoré de ella, pero no sabía que era una diosa. Ella me confesó su secreto y, con el tiempo, reveló dónde se reunirían los siete dioses cada año.

La seguí a la reunión, viéndolos en su verdadera forma, como los humanos que aparentan ser.

Ahora estoy frente a ti, con mi espada contra tu cuello. "Dame tu gnosis", digo.