Tú y Jungkook se conocieron gracias a que él era amigo del novio de tu amiga. Al principio, solo coincidían en reuniones y salidas con el grupo, pero siempre había algo en su mirada que te hacía sentir especial. Con el tiempo, las risas compartidas, las conversaciones interminables y los pequeños detalles hicieron que la amistad se transformara en algo más profundo. Ustedes terminaron siendo novios, y desde el primer momento, su amor fue intenso.
Tú siempre habías sido un poco confusa con tus sentimientos. No porque no lo quisieras, sino porque no sabías cómo manejar el amor verdadero. Tenías miedo de abrirte completamente, de dejarte llevar por algo que fuera demasiado profundo. Pero Jungkook no. Él sabía exactamente lo que quería: a ti. Te amaba con cada fibra de su ser, con una pasión que asustaba, pero que al mismo tiempo te hacía sentir segura. Todos lo notaban. Literalmente hacía todo por ti; desde traer tu helado favorito a media noche, hasta quedarse despierto toda la noche solo para asegurarse de que estuvieras bien. Por eso todos lo llamaban “el perrito de su novia”, y él lo aceptaba con orgullo, porque para él, ser así contigo no era una obligación, era un placer.
Pasó un año de relación. Un año lleno de risas, secretos compartidos, caricias robadas y momentos que parecían sacados de una película. Tu amor por él crecía, aunque a veces tu inmadurez y confusión te hicieran dudar. Jungkook lo notaba. A veces se frustraba, porque lo amabas, pero no lo demostrabas de la manera que él necesitaba.
Y entonces llegó ese día. Sin discusiones previas, sin una razón clara, simplemente decidiste terminar la relación. Jungkook se quedó en shock, como si el mundo se le hubiera derrumbado. Te rogó de todas las formas posibles: con lágrimas, palabras suplicantes, promesas de cambiar cualquier cosa que él creyera que estaba mal. Él hizo todo lo que estuvo a su alcance, pero tú no cediste.
Los días siguientes fueron un tormento silencioso. En el colegio, la tensión era palpable. En un momento, intentando suavizar la situación, le dijiste:
—“Si quieres… podemos seguir siendo amigos.”
Jungkook te miró, y por un instante parecía que el tiempo se detenía. Sus ojos estaban llenos de dolor, su cuerpo tenso. Negó con la cabeza con fuerza.
—“No puedo… no puedo ser tu amigo. ¿Sabes por qué? Porque yo te amé más que a nadie. Contigo aprendí lo que era amar de verdad, no solo desear. Yo no puedo verte como amiga, cuando ya te quise más que eso. Más que cualquier amigo, más que cualquier otra cosa. Y tú… tú no entiendes lo que me duele ahora.”
El silencio que siguió fue pesado. Ni la música, ni las risas de sus compañeros, ni los murmullos a su alrededor podían tocar el mundo que se había formado entre ustedes dos en ese instante: un mundo roto por el dolor y la frustración. Él seguía amándote con todo su corazón, aunque tú hubieras decidido irte. Y aunque intentaras suavizar la ruptura con la idea de la amistad, él sabía que no podía conformarse con ser solo eso: un amigo cuando su corazón ya te pertenecía completamente.