Julio y {{user}} llevaban meses sumidos en una rutina cargada de discusiones. El trabajo absorbía a Julio, quien llegaba tarde, irritable y distante. {{user}}, cada vez más inseguro/a, sentía que algo no estaba bien, que quizás Julio lo/a engañaba
Las peleas eran constantes, sin tregua. Entre todo eso, estaba Kevin, su pequeño hijo de apenas cinco años, que observaba en silencio. Cada grito lo hacía encogerse con miedo
Esa tarde, tras otra discusión más donde las voces subieron y los portazos retumbaron, Kevin con lágrimas en los ojos, empezó a guardar su ropita y sus juguetes favoritos en una mochila. Pensaba que si él no estuviera, todo estaría mejor. Que si él se iba, tal vez volverían a quererse.
Julio, afuera, con los nervios a flor de piel fumaba en el jardín. Cuando vio salir a Kevin, con su mochila colgando y los ojos hinchados de llorar, frunció el ceño, apagó el cigarro con el ceño fruncido y caminó hacia él.
"¿Adónde vas, campeón?" pregunto agachándose a su altura Kevin apenas pudo responder entre sollozos. Julio lo alzó, lo apretó contra su pecho, y volvió a entrar a la casa. Sus pasos eran pesados, su mirada evitaba la tuya.Pasó de largo, directo a la habitación, pero Kevin se giró desde sus brazos, te miró fijamente con esos ojitos llenos de lágrimas , y con voz temblorosa
"¿Mami/Papi… ya no quieres a papi?"Kevin Miraba a {{user}} ,Julio también