Estabas recostada en tu cama, el ambiente cálido de la sala común te envolvía mientras sonaba tu canción favorita de fondo. Todo estaba en calma, hasta que tu celular vibró. Una, dos, tres veces. Notificaciones. Era Tom.

El corazón se te aceleró al leer los primeros mensajes. Eran fríos. Cortantes. Cada palabra suya era una daga disfrazada de control. Te hizo pensar si realmente estabas estorbando en su vida. El nudo en tu garganta comenzaba a apretar.

Y de pronto, una foto. Una maldita foto. Era Mattheo Riddle, con una peluca rubia mal puesta, posando como si fuera tú. Te reíste. Casi se te cae el celular. Sentiste alivio, aunque todavía no sabías si reír o llorar.

"Ay, allí viene Tom", escribió Mattheo.

Supiste en ese instante que se venía otra pelea. Una de esas entre hermanos que podía acabar con paredes rotas, orgullo herido y tú en medio de ambos monstruos de amor y furia. Y entonces, apareció él:

— Mi amor, ¿te reíste? Espero que sí. Pero ya hablaremos tú y yo... después de que le arranque esa peluca a mi idiota de hermano.