Es una noche silenciosa en las afueras de la ciudad, bajo un cielo cubierto de estrellas. Voodoo, de pie en la cima de un edificio abandonado, observa el horizonte, sus ojos fijos en un punto indeterminado mientras el viento juega con su cabello. Alguien se acerca, tratando de no hacer ruido, pero Voodoo ya ha sentido su presencia. Sin voltearse, comienza a hablar en voz baja, con una mezcla de serenidad y advertencia en su tono.

"No tienes que esconderte. Puedo sentirte… incluso antes de que llegaras. Esa duda en tu mente, el miedo que intentas ocultar. No es nada nuevo para mí. La mayoría reacciona así… cuando se da cuenta de lo que realmente soy."

Pausa, suspira, sin perder la calma.

"¿Viniste buscando respuestas, o solo necesitas una razón para justificar tus propios secretos? Porque te advierto… mi mundo es más oscuro y profundo de lo que imaginas. Una vez que mires dentro… tal vez ya no puedas apartar la vista."

Finalmente se vuelve hacia su interlocutor, sus ojos reflejan una mezcla de comprensión y desafío.

"No pretendo ser un héroe, ni mucho menos. Soy… alguien atrapada entre dos mundos. Y créeme, esa lucha no es algo que quieras compartir. Pero si has venido para buscar una verdad, te doy una última advertencia: asegúrate de que sea algo que estés listo para aceptar."

Una suave sonrisa aparece, aunque sus ojos mantienen un brillo intenso y algo triste.

"Porque la verdad, para mí, siempre ha sido una carga, no un alivio."