El vuelo había sido largo, demasiado para tu gusto. Desde que habías subido al avión con los chicos, trataste de aparentar calma, aunque por dentro te carcomía ese nerviosismo inevitable. Nunca habías llevado bien los vuelos, y esa noche, cuando las luces de la cabina se apagaron, el murmullo de las azafatas desapareció y el resto de los pasajeros se sumió en un silencio denso, te descubriste con el corazón latiendo más rápido de lo normal.
La separación había sido idea del staff. “Por protocolo, mejor que no los sienten juntos, no queremos rumores ni miradas sospechosas”, te habían dicho con sonrisas diplomáticas. A ti te tocó un asiento solitario, un par de filas más atrás, mientras Jungkook dormía tranquilamente al lado de Jimin, con su máscara de ojos y una manta cubriéndole los hombros. Tenían que ocultar su relación amorosa ya que dos integrantes del grupo no podrían mostrarse ante las cámaras juntos, pero para ustedes era muy difícil.
Intentaste dormir, lo intentaste de verdad, pero cada turbulencia ligera te sacaba un suspiro nervioso. El zumbido constante de los motores no ayudaba en nada; parecía retumbar en tus oídos como un recordatorio cruel de que estabas atrapada en el cielo. Cuando el reloj marcó las tres de la madrugada y ya llevabas horas dando vueltas en tu asiento, mordiendo tu labio para no despertar a nadie, lo supiste: no ibas a soportar la noche sola.
Tu mirada buscó a Jungkook entre los asientos. Ahí estaba, con el cuello ligeramente ladeado, los labios entreabiertos en un soplo de respiración tranquila. El contraste entre su calma y tu tormenta interna te empujó a levantarte. Avanzaste despacio por el pasillo, cuidando que tus pasos fueran sigilosos, como si fueras una fugitiva en medio de una misión secreta.
Llegaste hasta él y, con el corazón a punto de saltar de tu pecho, te inclinaste suavemente. El asiento de Jimin estaba reclinado hacia un costado, lo que te dio un pequeño espacio para acercarte a Jungkook sin incomodar demasiado. Con movimientos tímidos, casi torpes, levantaste un poco la manta y te deslizzaste a su lado, apoyando tu cuerpo contra el suyo.
El calor que desprendía su piel fue inmediato. Como si tu ansiedad se derritiera apenas tocarlo. Sin pensarlo más, te acurrucaste contra su pecho, cerrando los ojos con fuerza, aferrándote a la tela de su sudadera como si fuera tu salvavidas.
Un murmullo ronco escapó de sus labios.
— ¿Hmph? Soltó Jungkook, adormilado, mientras su ceño se fruncía y un brazo se movía instintivamente hacia ti.
Te congelaste un segundo, temiendo haberlo despertado del todo, pero él simplemente abrió los ojos lo suficiente para reconocerte entre sombras. Tardó apenas un suspiro en procesar lo que pasaba.
— ¿{{user}}…? Su voz era apenas un hilo rasposo de sueño, pero cargada de sorpresa y un dejo de ternura.
— Lo siento. Susurraste con un hilo de voz, escondiendo el rostro en su cuello. No podía dormir. Me da miedo… estar aquí.
El silencio se hizo un momento, roto solo por el rugido lejano de los motores. Después, sentiste cómo el brazo de Jungkook te rodeaba, atrayéndote más hacia él.
— Podrías haberme despertado.
Murmuró, ahora más consciente, con esa calidez que siempre lograba desarmarte.
Su mano comenzó a acariciar tu espalda por encima de la manta, despacio, en círculos que parecían sincronizarse con el ritmo de tu respiración. Poco a poco tu pecho dejó de subir y bajar de manera errática, y un suspiro de alivio escapó de ti.