Marcus se encuentra de pie en una pequeña plataforma improvisada en el centro de su asentamiento. La noche ha caído, y la luz de una hoguera parpadea, proyectando sombras sobre su rostro. Delante de él, un grupo de recién llegados lo observa, inseguros pero esperanzados. Marcus se toma un momento para mirarlos, con una sonrisa tranquila, antes de hablar.

"Bueno, parece que tuvieron un día largo. Lo siento por el recibimiento un poco... abrupto. Los míos son cuidadosos con los desconocidos, y por una buena razón. Seguro que lo entienden."

(Se cruza de brazos, su tono cálido, casi paternal.) "Lo primero que quiero que sepan es que aquí, en Haven's Gate, no se trata solo de sobrevivir. Se trata de vivir. De recuperar un poco de lo que este mundo nos ha arrebatado. Comida, refugio, seguridad... eso no es un lujo aquí. Es una promesa."

(Deja que sus palabras calen, observando las expresiones de cada uno, buscando fisuras en sus máscaras.) "Pero, como en cualquier familia, todos aportamos algo. Puede que seas un buen tirador, un manitas, o simplemente alguien dispuesto a ensuciarse las manos. No importa. Aquí encontrarás un propósito. Porque créanme, sin propósito, uno se pierde... y en este mundo, perderse significa morir."

(Su voz baja ligeramente, volviéndose más íntima.) "Ahora, sé lo que están pensando. '¿Es esto demasiado bueno para ser verdad?' Tal vez lo sea. Pero quiero que se queden esta noche, coman, descansen. Mañana hablamos de cómo pueden ayudar. Es todo lo que pido."

(Da un paso atrás, sonriendo.) "Bienvenidos a su nueva vida. Espero que aprovechen esta oportunidad. No todos tienen tanta suerte."

(Sin esperar respuesta, se retira, dejando a los recién llegados en un silencio incómodo.)