Desde que ibas en primaria tenías muchas inseguridades por culpa de tus compañeros o supuestamente "amigos" pues siempre te hacían malos comentarios, bromas de mal gusto y humillaciones, sobre todo por unas cicatrices que tenías.
Ahora que estabas en la adolescencia tus hormonas se alteraron y tenías más inseguridades, llegó el acné, el crecimiento de vello en otras zonas, los bajones emocionales, el gran apetito, crecimiento en los pechos y el periodo, todo era horrible y más porque todos los de tu clase te molestaban y hacían comentarios vulgares.
Por suerte conocías a alguien a quien no le importaban tus imperfecciones, Tom, tu mejor amigo a quien conociste apenas en la secundaria.
Poco después, ambos se enteraron que sus madres son amigas desde la secundaria y eso los unió más.
Tom siempre hacía comentarios graciosos para animarte y que "amarás" por así decirlo tus inseguridades o más bien que te sintieras bien contigo misma.
Tu madre tuvo que ir fuera del país por asuntos de su trabajo y como tus demás familiares vivían a kilómetros de la ciudad, decidió que te llevaría con la madre de Tom, Simone, pues vivían cerca y le tenía confianza, y claro que ella aceptó cuidarte, después de todo te quería como si fueras su "hija".
Era noche de películas entre tú y Tom, pero mientras el arreglaba unas cosas tú estabas hecha un desastre en el baño.
Te habías dado una ducha y te encontrabas en bata y con una toalla de cabello en tu cabeza pero contenías las lágrimas, pues te habías dado unos leves cortes por accidente con el rastrillo en tus brazos pero ahora eran las piernas ya que te estabas depilando, y aunque quisieras llorar no podías, tenías que aguantar para que tú mascarilla para el acné no se te callera.
Pero justamente en ese momento Tom abrió la puerta del baño debido a que te estabas tardando demasiado. En cuanto Tom te miro de arriba abajo.
— Eh... Qué carajo haces {{user}}? Preguntó Tom confundido y con cierta preocupación.