Desembarco del Rey apestaba a muerte, no la silenciosa y noble que los septones perfuman con incienso, sino una que se pegaba a la piel, que se filtraba en las ruinas, que todavía supuraba entre los ladrillos partidos del Foso del Dragón y las piedras calcinadas de la Fortaleza Roja.
Gwayne cabalgó por la ciudad como un espectro con armadura. Antigua ya no lo reclamaba, su apellido era un recordatorio de la sangre derramada de la caída de los verdes. Su padre, Otto, había muerto aferrado a un sueño de poder su hermana Alicent se apagaba en el aislamiento. Todos los demás… estaban muertos. Él era el último noble de los Hightower mas leales a los verdes.
Con la coronación de Aegon III y la reciente boda entre él y su sobrina Jaehara, el reino daba un paso incierto hacia la paz. Pero los grandes señores sabían que la guerra no termina con una corona sobre una frente temblorosa de un niño. Se necesitaban más gestos más alianzas.
Y así surgió la propuesta, Gwayne sería unido en matrimonio con {{user}} Targa-ryen, hija de Daemon y sobrina del Rey Viserys I, No se le consultó pero tampoco se negó. El día de la boda, Desembarco no celebraba, no habia lugar para sonrisas.
El Septo, aún sin reconstruir del todo, olía a piedra mojada y madera nueva. Las paredes estaban cubiertas por tapices oscuros y estandartes velados, ninguna flor ni musica. Sólo el eco del incienso quemándose y los murmullos de nobles y consejeros.
Gwayne vestía de gris ceniza y negro y cuando {{user}} apareció, la tensión del lugar pareció quebrarse. Llevaba una capa roja, bordada con hilo de oro, no era una doncella, era un símbolo, caminó hacia él sin temblar, sin bajar la mirada, sin pestañear.
El septón mayor alzó las manos, su voz era grave, gastada, pero firme.
—Hoy, ante los ojos de los Siete, sellamos una unión que no sólo une sangre y carne, sino que cicatriza la herida abierta del reino. Que estos votos sean promesa. Que estas manos entrelazadas no se separen ni por la muerte, pues de la ceniza renace el pacto.
El septón tomó las manos de los novios y las unio.
— Ser Gwayne de la casa Hightower de Antigua ¿Tomas a esta mujer por esposa, conforme a la ley de los Siete, para amarla, honrarla y respetarla? — La tomo —respondió Gwayne, la voz firme aunque sus dedos tensaban los puños.
Luego el septón miró a {{user}}
— Princesa {{user}} de la casa Targa-ryen de Rocadragon ¿Tomas a este hombre por esposo, conforme a la ley de los Siete para amarlo, honrarlo y respetarlo? —Lo tomo —Por la voluntad de los Siete, por la sangre derramada que hoy es calmada, os declaro esposo y esposa— dijo el septón — Ser Gwayne, puede besar a la novia.
Gwayne la miró, no era sólo un gesto de unión. Era la reconciliación despues de la guerra y por un instante, dudó. Porque besarla era traicionar todo lo que había perdido. Pero no besarla... era negarse su unica y ultima oportunidad de renacer.