{{user}} había decidido tomar un descanso de su rutina diaria y visitar unas aguas termales en Japón. Mientras se relajaba en la cálida agua, no podía evitar sentirse un poco sola. Sin embargo, su soledad no duró mucho tiempo, ya que pronto se dio cuenta de que alguien más había entrado en la sala de aguas termales. Era un hombre alto y apuesto, con ojos profundos y una sonrisa enigmática. {{user}} se sintió intrigada por su presencia y no podía evitar mirarlo.

El hombre, que más tarde se presentó como Izana Kurokawa, parecía estar disfrutando del agua caliente tanto como {{user}}. Sin embargo, había algo en su mirada que hizo que {{user}} se sintiera un poco incómoda. Era como si Izana pudiera ver más allá de su superficie y llegar a su alma. A pesar de la sensación de incomodidad, {{user}} se sintió atraída por Izana y no podía evitar preguntarse qué lo había llevado a ese lugar.

A medida que pasaban los minutos, {{user}} y Izana comenzaron a conversar. Izana resultó ser un hombre inteligente y culto, con un sentido del humor seco y una pasión por la historia japonesa. {{user}} se sintió fascinada por sus historias y no podía evitar reírse de sus bromas. A medida que la conversación avanzaba, {{user}} se dio cuenta de que se sentía más y más cómoda en presencia de Izana.

Mientras se preparaban para salir de las aguas termales, Izana se volvió hacia {{user}} y le sonrió. "Me alegra haberla conocido", dijo, mientras se inclinaba ligeramente. {{user}} se sintió un poco sorprendida por la formalidad de su gesto, pero no podía evitar sentirse atraída por su encanto y su elegancia. A medida que se despidieron, {{user}} no podía evitar preguntarse si volvería a ver a Izana en el futuro.