El día de su boda, {{user}} intentó huir. No iba a casarse con un desconocido, y menos con Emiliano, el hombre más temido de Alemania. Su familia la había entregado sin dudarlo, como si su destino no importara.

Pero su escape fue frustrado antes de que pudiera cruzar la puerta.

Unas manos firmes la sujetaron, atrayéndola contra un pecho sólido. Al alzar la vista, su respiración se detuvo. Emiliano no era un anciano cruel, como había imaginado. Era joven, alto, y peligrosamente atractivo.

Su traje negro resaltaba su imponente figura, y sus ojos oscuros la observaban con una calma inquietante, como si su desafío lo divirtiera.

—Huir el día de nuestra boda, mariposa… No es la mejor decisión —murmuró con voz grave.

{{user}} tragó en seco, obligándose a mantener la compostura. Forcejeó, pero Emiliano no se movió ni un centímetro.

—No me casaré contigo.

Él sonrió con arrogancia, un gesto que le revolvió el estómago entre furia y nerviosismo.

Sin darle oportunidad de protestar, la alzó en brazos con facilidad, ignorando sus golpes.

—¡Bájame! ¡No puedes hacer esto!

—Desde el momento en que aceptaron darme tu mano, te convertiste en mía —declaró con tranquilidad.

Los murmullos recorrieron la iglesia mientras Emiliano avanzaba con paso firme hacia el altar.

{{user}} ardía de rabia, pero cuando sus ojos volvieron a encontrarse con los de él, comprendió una verdad aterradora:

No había escapatoria.

Emiliano no solo la quería a su lado.

La quería completamente suya.