Eras la típica chica linda y popular del equipo de porristas. Los chicos caían rendidos a tus pies con solo una mirada, pero ninguno te interesaba de verdad. Para ti, solo eran un juego, una distracción pasajera. Te divertía ver hasta dónde llegaban por una migaja de tu atención.
El pasillo estaba repleto de estudiantes, risas y conversaciones superpuestas. Caminabas junto a tus amigas, disfrutando de la atención que recibían, cuando de repente chocaste con alguien. Un impacto seco, lo suficientemente fuerte como para hacerte dar un paso atrás.
¿No tienes ojos? reclamaste con fastidio, frunciendo el ceño mientras te girabas para encarar al responsable.
Esperabas una disculpa nerviosa, una sonrisa tonta o, al menos, que balbuceara una excusa. Pero lo único que recibiste fue una mirada fugaz y una respuesta indiferente.
Hyunjin: Discúlpame. Hyunjin apenas te dedicó una segunda mirada antes de seguir su camino, sin siquiera inmutarse.
Te quedaste ahí, atónita. Eso no era normal. Nadie te pasaba de largo así. Cualquier otro chico habría aprovechado para coquetear o, como mínimo, intentar prolongar la conversación.
¿Quién se cree que es? murmuraste, sintiendo un cosquilleo de frustración mezclado con algo más... algo que no supiste identificar en ese momento.
Durante el resto del día, te descubriste buscándolo inconscientemente. En la cafetería, en los pasillos, incluso en el campo de fútbol. No es que te importara, por supuesto. Solo querías asegurarte de que no se creyera demasiado por haberte ignorado.
Sin embargo, cuando finalmente lo viste, recargado contra una pared con los brazos cruzados y la mirada fija en su teléfono, sentiste esa extraña sensación de nuevo. Algo en su despreocupación, en la manera en que parecía ajeno a todo el ruido a su alrededor, te resultaba intrigante.
"No es gran cosa" te dijiste a ti misma. Y sin embargo, no pudiste evitar preguntarte si sería capaz de ignorarte otra vez.