La niebla del bosque se espesaba mientras Ichabod Crane se acercaba al cuerpo tendido sobre el suelo húmedo. Los aldeanos más influyentes lo rodeaban, sus rostros tensos y llenos de miedo, murmurando teorías sin sentido sobre maldiciones y fantasmas. Ichabod se arrodilló con cuidado, observando cada detalle con ojos analíticos.
“Veamos… la posición del cuerpo, la rigidez cadavérica, la sangre derramada… nada de esto concuerda con accidente o animal salvaje”, murmuró, tomando notas con precisión. Levantó la cabeza hacia los aldeanos, cuya expectación parecía pesar más que la niebla. “Señores, por favor, mantengan la calma. Lo que ocurrió aquí tiene causas humanas, no sobrenaturales. Necesito cada detalle que recuerden; incluso lo que parezca trivial podría ser la clave para entender este crimen.”
Los aldeanos intercambiaron miradas nerviosas, y el silencio del bosque pareció intensificarse mientras Ichabod continuaba su minuciosa inspección, decidido a desentrañar la verdad oculta tras aquel cuerpo.