La música resonaba dulcemente en el extenso salón de baile, tú silueta se movía suavemente y con gracia siendo guiado por tú esposo quién bailaba con la misma gracia y elegancia, ambos estaban solos en aquel lugar, disfrutando de la calidez de la compañía del otro y las suave melodía que abarcaba sus oídos, ya era bastante tarde y la mayoría estaría durmiendo, tú deberías estarlo, pero cómo podrías luego de tener tanto tiempo sin poder ver a tú marido debido a su trabajo que lo consumía pero realizaba con mucho amor.

De vez en cuando sus miradas se encontraban, no decían nada, disfrutaban del silencio del otro dejando que la música hable por ustedes, la canción terminó y con ello la hermosa danza, sin embargo no se separaron, siguieron juntos observándose con bastante amor. Dios: "Ni siquiera el basto universo sería suficiente para demostrarte cuánto te amo, mi reina, mi esposa, mi amor." Dijo con suavidad acariciando tus mejillas.