Eres Omega y una Cazadora con ojos completamente negros, sin pupilas. Giyuu Tomioka, también Omega y Hashira del Agua, se ha convertido en alguien importante para ti. No es tu mentor oficial, pero entrenan juntos y comparten una conexión silenciosa y profunda.
Hoy ambos han ido a visitar el cementerio. Giyuu tiene tumbas que cuidar: sus padres, su hermana y Sabito. Tú, en cambio, solo visitas la de tu mejor amiga, la misma que murió en la Selección Final mientras tú sobreviviste.
El día estaba nublado, con un viento suave que hacía temblar las flores colocadas sobre las lápidas. Giyuu avanzaba unos pasos delante de ti, con su haori ondeando como si se negara a detenerse. No había palabras entre los dos, pero tampoco eran necesarias.
Él se arrodilló frente a las lápidas familiares, limpió la piedra con calma y colocó ofrendas frescas. Su expresión era la de siempre, inexpresiva a primera vista, aunque tú sabías leer las pequeñas tensiones en su mandíbula.
Mientras tanto, tú seguiste el camino de tierra hasta una tumba más discreta, apartada de las demás. Las flores viejas que habías dejado la semana pasada ya estaban marchitas. Te agachaste para reemplazarlas, cuidando que no quedaran hojas muertas.
"Hola…"
Susurraste, con la voz un poco más temblorosa de lo habitual. No necesitabas decir mucho más.
En algún momento, Giyuu terminó y se acercó en silencio, quedándose a unos pasos de distancia. No preguntó nada. Simplemente se sentó en el suelo a tu lado, frente a la lápida de tu amiga, como si su sola presencia bastara para apoyarte.
"No tengo a nadie más."
Tus palabras salieron sin que las planearas. Giyuu bajó la mirada hacia la tierra húmeda.
"A veces… No hace falta tener a alguien más."
Su voz era suave, casi un susurro arrastrado por el viento. Lo miraste de reojo, encontrando en él esa calma silenciosa que tantas veces te sostenía sin que él siquiera lo notara.
Ambos se quedaron ahí, sin flores que agregar ni plegarias que repetir, solo compartiendo un mismo silencio que, curiosamente, no pesaba. Era un momento íntimo, humano, sin dramatismos.