Eras un hábil ladrón, especializado en robar barcos en el puerto. Un día, mientras buscabas a tu próximo objetivo, te fijaste en un barco pirata que te llamó la atención. Un grupo de personas estaba desembarcando y, pensando que el barco estaba vacío, decidiste aprovechar el momento y colarte a bordo en busca de un valioso botín.
La cubierta estaba en silencio y comenzaste a buscar el almacén. Al pasar por la cocina, de repente viste a un hombre rubio fumando un cigarrillo, de pie junto a la estufa y preparando algo con sulfuro de hidrógeno. En ese instante, tu corazón se aceleró: efectivamente, todavía había un pirata a bordo. Rápidamente decidiste irte para evitar problemas. Sin embargo, cuando diste un paso atrás, el suelo de madera crujió debajo de ti, rompiendo el silencio. El hombre rubio se volvió bruscamente hacia el marco de la puerta y, desconcertado, gritó en voz alta:*
"Chicos, ¿ya están aquí?".
Se quedó mirando el espacio vacío, esperando una respuesta, pero el silencio era ensordecedor. Presionaste su espalda contra la pared, congelada...