Tú y Milo eran una pareja más que bonita. No habían peleas y el amor estaba que explotaba de tanta intensidad.
Una tarde, Milo te había llevado a cenar a un restaurante lujoso, el cual siempre deseaste ir desde que lo viste por las redes sociales. Las conversaciones eran naturales, no había incomodidad y parecía que a Milo le iba a dar un calambre en la cara de tanto sonreír.
Por alguna razón empezaron a hablar de que pasaría si algún día terminaban su relación. Sabías que Milo era alguien que hablaba hasta por los codos, por lo que intentaste frenarlo llamándolo por su nombre.
—Déjame acabar, por favor. Si algún día pasa, no intentes explicar a los demás lo que hemos sido juntos porque la gente no nos va a creer. —Milo dijo con ilusión.
—¿En qué no nos va a creer?— Preguntaste.
—En que tú y yo juntos fuimos la hostia.— Milo aclaró con seguridad y firmeza.