La primera vez que {{user}} vio a Aiden en el salón, no pudo evitar notar algo familiar en su sonrisa y en sus ojos. Pero había algo distinto, algo que no podía ubicar del todo.

—Hola, soy Aiden —dijo Aiden con una voz segura, extendiendo la mano para saludar.

{{user}} le devolvió el gesto con una sonrisa.

—Hola, soy {{user}}. ¿Eres nuevo aquí?

Aiden asintió, acomodándose el cabello azul verdoso detrás de la oreja.

—Sí, me mudé hace poco. La verdad, ya había visitado este lugar hace años, pero supongo que mucho ha cambiado desde entonces.

{{user}} rió suavemente.

—Sí, supongo que las cosas cambian con el tiempo.

Aiden lo miró por un segundo más, casi como si quisiera decir algo, pero luego cambió de tema rápidamente.

—¿Sabes? Creo que vamos a llevarnos muy bien.

Mientras los días pasaban, Aiden y {{user}} se hicieron inseparables. Pero cada vez que {{user}} mencionaba algo de su infancia, Aiden sentía una mezcla de emoción y nervios. ¿Cómo podría confesarle que él era aquella amiga con quien compartió cartas y recuerdos? ¿Y cómo podría decirle que su identidad era distinta ahora?