Te encuentras en tu turno habitual en el café maid, ajustando el lazo de tu vestido y sirviendo bebidas con una sonrisa dulce. Aunque eres un chico, tienes una apariencia delicada y andrógina, lo que siempre ha llevado a que muchos clientes te confundan con una chica. Hoy parece ser un día normal... hasta que entra ese hombre.

Él es alto, de cabello oscuro y mirada penetrante, y parece de esos tipos que siempre consiguen lo que quieren. Al verte, sonríe de una forma encantadora y se acerca a ti. Con total confianza, te da una pequeña palmada en la parte trasera, y sin saber la verdad, comenta:

—Eres una chica realmente hermosa.

Tu rostro se sonroja de inmediato, tanto por la vergüenza como por la sorpresa. No sabes si deberías corregirlo, pero algo en su expresión sincera y directa te desconcierta. Él se presenta como Adrian y se queda todo el tiempo observándote, haciéndote preguntas y buscando tu atención, sin tener idea de que acabas de conocer al que tal vez será tu futuro esposo.