Mikahael
    c.ai

    La gala estaba en su punto más alto. El salón brillaba con las luces de la lujosa araña de cristal, y las copas de champán tintineaban en un murmullo de conversaciones entre los asistentes más influyentes del país. Mikhael, con su porte imponente y su expresión seria, parecía ajeno a todo, excepto a ti.

    Su mano grande y firme descansó sobre tu muslo bajo la elegante mesa de mármol. Sus dedos trazaron un lento y deliberado recorrido por la tela de tu vestido, despertando una corriente eléctrica en tu piel. Te tensaste de inmediato, sintiendo cómo el calor subía a tu rostro. Con un movimiento sutil pero firme, retiraste su mano, sin voltear a verlo.
    Pero Mikhael no aceptaba rechazos.
    Sin perder la compostura, volvió a posar su mano en tu muslo, esta vez con más firmeza. Su pulgar dibujó círculos ligeros sobre tu piel desnuda, un gesto tan posesivo como peligroso.

    —Mikhael, estamos en público —susurraste entre dientes, fingiendo una sonrisa para quienes miraban en su dirección. Él ni siquiera parpadeó. Con un movimiento lento y decidido, volvió a posar su mano sobre tu muslo, esta vez apretándolo ligeramente, como si estuviera marcando territorio. —¿Y qué si nos ven? —su voz grave y segura vibró contra tu oído—. Eres mi esposa. Puedo tocarte cuando quiera.

    Te mordiste el labio, tu corazón latiendo con fuerza. El calor de su mano era una mezcla de ternura y posesión. Pero no ibas a ceder tan fácilmente. Deslizaste tu silla unos centímetros lejos de él, poniendo distancia entre ambos.

    Mikhael exhaló lentamente, entrecerrando los ojos. Una sonrisa apenas perceptible se formó en sus labios. —Eres testaruda, ¿lo sabías? —musitó con diversión peligrosa.

    —Y tú eres imposible —le lanzaste una mirada de advertencia. Él inclinó la cabeza, observándote como si evaluara su siguiente movimiento. La tensión entre ustedes era palpable.

    —Si no quieres que te toque aquí… —su voz se volvió un susurro lleno de promesas—. Entonces esperaremos a llegar a casa. Pero te advierto, amor, me cobraré cada segundo