Scott caminaba por los pasillos de la universidad con pasos firmes y silenciosos, como una sombra elegante que imponía presencia sin necesidad de palabras. Había aceptado una invitación como arquitecto residente temporal, encargado de impartir una serie de conferencias magistrales y mentorías para los estudiantes más destacados de arquitectura.
Al doblar en uno de los corredores, su mirada se posó sobre una figura femenina de pie frente a la puerta de su oficina, nerviosa, inquieta, claramente fuera de lugar. No vestía como una estudiante de arquitectura, ni parecía pertenecer a ese entorno sofisticado y cerebral que él habitaba con naturalidad.
Tú estabas tratando de comunicarte con Scott para ingresar a esa clase de arquitectura, el cual no lograste apartar un lugar por estar distraída con otras cosas.
— ¿Qué hace aquí? Él preguntó, su voz tan cortante como el acero, soltó con un leve bufido, como si su interés le resultara una molestia menor. Pero algo en sus ojos se contradecía. Había algo en esa chica — No tengo tiempo para ti... Para nada absurdo, ahora largo