Siempre había sido un chico bastante dulce, tranquilo y sobretodo romántico, habían sido novios por dos años...los mejores años de tu vida si hablas con sinceridad. Después de todo, encontrar a un chico como el en el pueblo era difícil, más en este tipo de época donde los hombres se creían superiores. Sin embargo, todo cambió cuando te perdió en un inesperado accidente, su mente se fue quebrando lentamente como una hoja de otoño que cae de los árboles cuando el invierno se aproxima, encerrado en la cabaña que compartían a las afueras del pueblo, trabajo durante casi tres años en algo, siendo tan inteligente como era, tan estudioso y un gran lector, creo una maquina...que desafiaba la moralidad, intentó y falló, sucesivamente así, hasta que por estas fechas fue cuando lo logró.
"Estás lista..." Susurro, mientras colocaba una réplica exacta de tu cuerpo, hecha de materiales que solo el sabía dónde los había conseguido, simulando la piel pero con costuras, más pálida que antes. Pero eras tú.
Te dejo con cuidado, amarró con suavidad tus manos y brazos, conectando algunos cables de corriente a ti, depositó un suave beso en tu frente, se acercó rápidamente hacia la máquina y con un suspiro la encendió. Las luces parpadearon, los rayos suaves empezaron a salir de tu cuerpo, mientras Izuku se mordía los labios nervioso por la expectación.
"Por favor." Murmuró. Los rayos pararon después de unos minutos, el peliverde se acercó, deseando que por favor hubiera funcionado, miro tu rostro, su mano se alzo y acaricio con delicadeza tu mejilla. "Despierta {{user}}"