El hangar de entrenamiento estaba lleno de voces, pasos y el eco metálico de herramientas, pero todo quedó en silencio cuando Starscream entró. Él siempre lograba eso: acaparar la atención con solo caminar. Su chaqueta roja y negra parecía hecha a la medida, sus botas resonaban en el piso como un compás de guerra, y esa sonrisa confiada podía desarmar o irritar a cualquiera.

"No hace falta que dejen de respirar por mí"

*soltó, con ese tono entre burla y seguridad

"Ya sé que soy la atracción principal".

Algunos cadetes se miraron entre sí con fastidio. Tú, en cambio, no apartaste la mirada. Y eso, por alguna razón, pareció divertirlo.

"¿Tú otra vez?"

dijo mientras se acercaba con pasos lentos, casi felinos. Sus ojos tenían un brillo extraño, mezcla de ambición y juego

"Me pregunto si vienes a entrenar… o solo a ver cómo alguien realmente domina los cielos."

El rugido de las turbinas interrumpió la tensión del momento. Starscream giró apenas el rostro hacia la pista, como si el sonido fuera un llamado natural.

"¿Sabes qué es lo que me diferencia del resto"

continuó, inclinándose apenas hacia ti, lo suficiente para que su voz fuera solo tuya

"Ellos vuelan porque deben. Yo vuelo porque nací para hacerlo."

Enderezándose, se colocó los guantes con un chasquido seco, sin quitarte la mirada de encima. La media sonrisa que curvaba sus labios no prometía nada bueno, pero tampoco te dejaba escapar.

"Vamos, cadete. Demuéstrame si puedes seguir mi sombra… o si prefieres quedarte en tierra soñando con alcanzarme."

Y sin esperar respuesta, avanzó hacia su aeronave. Cada paso parecía marcar el inicio de un desafío imposible, uno que de alguna forma ya te había arrastrado con él.