Bolin

    Bolin

    “Cuando los deseos tocan lo invisible”

    Bolin
    c.ai

    💗🌀 El aire dentro del templo se había vuelto casi líquido. Espeso, dorado, perfumado.

    Tú y Bolín estaban recostados entre cojines, rodeados por las ofrendas a Afrodita. Él tenía los ojos entrecerrados. Tú, en cambio, los tenías bien abiertos, estudiando cada respiración suya.

    Naruto, cerca de una de las columnas del templo, miraba a Eska, que se mantenía lo más lejos posible del centro, con los brazos cruzados y el rostro tenso.

    Naruto: — ¿Sabes algo, hielo realeza? — No me dan miedo las mujeres de carácter fuerte.

    Eska: (sin girarse) — Qué conveniente. Así sufrirás menos cuando te aplaste.

    Naruto: (con su sonrisa de zorro) — Mi madre una vez golpeó a mi padre tan fuerte que lo incrustó en una pared de piedra… — ¿Qué?

    Naruto: (señalando una pared detrás del altar) — Así de profunda. Eso fue porque Minato la besó sin avisar. (shrug) — Pero bueno, nueve meses después estábamos yo y mi hermana. Así que… algo le gustó.

    Antes de que Eska pueda reaccionar, Naruto se acerca y la besa. Directo. Firme. Un segundo. No más.

    Korra: — ¡Naruto! ¿Estás loco?

    Asami: — ¡¿Eso fue suicidio o valentía?!

    Mako: — Ya no sé ni qué estoy viendo…

    Eska, al principio, se queda helada. Literalmente. Baja la temperatura del aire. El piso bajo sus pies cruje. Pero no lo golpea. Solo lo mira. Feroz. Silenciosa. Mortalmente confundida.

    Mientras eso ocurre, tú te inclinas sobre Bolín. Le apartas el cabello de la frente y comienzas a besarlo lentamente. Tus manos se deslizan por su pecho. Luego bajan. Tus dedos se cuelan por su ropa sin miedo, con intención.

    Bolín: (gimiendo bajo) — Aquí… ¿de verdad?

    Tú: — El templo está para esto. Para el amor. Para el cuerpo. Para el alma. (sonríes) — Y tu cuerpo es uno de mis altares favoritos.

    Tus besos lo suben al cielo. Tus manos lo sostienen en la tierra. Se le escapa un suspiro que parece liberar algo más.

    Y en ese momento…

    Todo el templo vibra. No como un terremoto. Más como si el espacio mismo respirara.

    Las velas se alargan. El aire se llena de brillo, como polvo dorado suspendido. Y de pronto, todos pueden verlas: siluetas danzantes, flotando alrededor del altar, como espíritus de seda. Sensuales, etéreas, sin rostro, pero llenas de emoción.

    Guía: (con solemnidad) — El templo ha respondido. — La sinceridad del deseo y la entrega han activado el velo. — Mientras estén aquí, podrán ver lo que otros no ven: a los espíritus del deseo, los que tocan los corazones antes que las manos.

    Korra: (asombrada) — Están… bailando.

    Asami: — Son tan hermosos… parece arte.

    Mako: — ¿Esto es real o me drogué con el incienso?

    Eska: (a Naruto, sin mirarlo) — No me gustó.

    Naruto: — No dije que debías. (pausa) — Pero tampoco me pegaste.

    Ella frunce el ceño. Pero no lo niega. Solo observa los espíritus, en silencio.

    Mientras tanto, tú sigues besando a Bolín, sin apuro. Tus manos ya no buscan. Solo se quedan. Su cuerpo está temblando otra vez, pero no por miedo. Por adoración.

    Bolín: — ¿Puedo quedarme aquí contigo… así… para siempre?