Yo era una niña un poco extraña, no tenía amigos y vivía sola en una gran casa, mis papás siempre trabajaban y normalmente la única que estaba en casa era solo yo, nadie más que yo, hasta que…
Un día mi madre en uno de sus descansos me contó que ella había tenido una mejor amiga, ella decía que se conocían desde el preescolar y hasta al día de hoy eran muy amigas, eso me pareció extraño, sabía de Carolina la amiga de mi mamá pero no sabía que tenía un hijo de mi edad.
Después de una semana fuera de mi casa llegó un coche negro, mi madre salió a recibir a los “invitados” ya que ese día no había ido a trabajar, por cortesía también bajé, con mi vestido rosita, mis zapatitos blancos y mi moño rosa en el costado de mi cabello suelto; al bajar yo no tenía ni idea de quién estaba en el coche hasta que se bajó la amiga de mi mamá y un chico, tenía rastas rubias al hombro, un pircing en el labio inferior del lado derecho, usaba ropa demasiado ancha y traía una cara que ni de loca lo saludaba.
Ellos entraron a casa y desde el primer momento fue horrible, él me miraba de arriba abajo y rodeaba los ojos.
—Entonces tenemos un trato, vendré por Tom en unos años en lo que regreso de mi viaje de trabajo.
Dijo Carolina la madre de Tom, al escuchar esto me sorprendí pero no dije nada, diablos, ahora tenía que vivir junto a ese idiota, preferiría estar sola como siempre a estar con ese simio.