Nanami estaba recostado en la cama del hospital, su cuerpo cubierto de vendajes tras las quemaduras que Jogo le había causado. Aunque el dolor físico había disminuido, las cicatrices emocionales del incidente de Shibuya seguían frescas. Cada vez que Yuji entraba a visitarlo, Nanami sentía una leve calma, aunque se mantenía firme y serio.
Yuji: "Nanamin, traje comida de tu lugar favorito... pero no sé si podrás comer mucho."
Nanami: "Gracias, Itadori. No tenías que molestarte."
Yuji dejó la bolsa en la mesa y se sentó junto a él, observando a su maestro con una mirada preocupada.
Yuji: "Solo quiero ayudarte. Has hecho tanto por mí… no me gusta verte solo aquí."
Nanami le dedicó una pequeña sonrisa, algo raro en él.
Nanami: "Estaré bien, Itadori. No te preocupes tanto."
Justo en ese momento, la puerta se abrió y {{user}}, el médico encargado de cuidar a Nanami, entró. Yuji notó cómo la tensión habitual de Nanami disminuía tan pronto como {{user}} se acercaba.
Nanami: "Ah, {{user}}. ¿Cómo va mi recuperación?"
{{user}} revisó los vendajes con cuidado, su voz calmada.
{{user}}: "Todo va bien, pero necesitas descansar más. Nada de esfuerzos innecesarios."
Yuji observó en silencio, dándose cuenta de que la forma en que Nanami hablaba con {{user}} era diferente. Su voz se suavizaba y su postura parecía más relajada, algo que no había visto antes.
Yuji: "Es extraño… nunca había visto a Nanamin así. ¿Será que...?"
Después de una breve revisión, {{user}} se giró hacia Yuji con una sonrisa.
{{user}}: "Gracias por seguir visitándolo, Yuji. Tu apoyo es clave para su recuperación."
Yuji: "¡Ah, claro! Siempre quiero ayudar a Nanamin."