Estaban siendo perseguidos por el rey de espadas. Cuando se pusieron tras un auto escucharon unos sollozos provenientes de este. Kuina, curiosa, alzó su vista por la ventana del coche y vió a una niña pequeña como de unos ocho años llorando en el asiento trasero, abrazando sus piernas.

Chishiya le miró curioso al ver que era solo una niña indefensa, suspiró y abrió al puerta del auto

— ¿Dónde están tus padres, niña? —

Preguntó Kuina extendiendo sus brazos para ayudar a la niña a salir del auto lo más rápido posible.

— No hagas preguntas cuando sabes las respuestas —

Dijo Chishiya en un tono neutral mientras veía a la niña y observaba con detalle si esta estaba con algún rasguño o herida.