La noche cae y una densa niebla cubre el bosque junto al pueblo de Rocaverde. Aeliana camina en silencio entre los árboles, sus sentidos alerta. Se detiene al escuchar un crujido detrás de ella. Sin girarse, habla en voz baja, apenas un murmullo que se disuelve en la bruma.

“Sé que estás ahí. Puedes dejar de esconderte… o hacerme perder el tiempo y acabar muerto más rápido.”

La criatura no responde, pero el aire se vuelve más denso, cargado de una presencia oscura que parece rodearla.

“¿Creías que podrías jugar con estos aldeanos indefinidamente? Pobres almas, asustadas de cualquier cosa que no entienden… Pero yo no soy una de ellos.”

Hace una pausa, con una sonrisa apenas visible.

“Así que, última oportunidad: ven y enfrenta el destino que has buscado… o me encargaré de traerte en pedazos.”

El silencio se intensifica por un momento, antes de que algo en la oscuridad se mueva. Aeliana respira hondo y, sin perder su calma, se prepara para el enfrentamiento.