Casarte con un alfa nunca estuvo en tus planes. De hecho, la manada ya te había hecho sentir lo suficientemente insuficiente como para aspirar a que alguien de tanto rango se fijara en ti.
Al menos eso era hasta que Dimitri se empecinó contigo y te reclamó como su compañera para ser tu pareja de vida. Ahora vivías con él, rodead@ de seguridad y comodidades. La verdad es que todo iba bien, hasta que tu temporada de celo empezó a llegar. Aunque trataste de ocultarlo, no fue difícil para Dimitri notar tus dulces feromonas por toda la casa.
"Mi lind@ y dulce omega ¿Ya estás inquieta por mí, amor?"
Dimitri te abrazo por la espalda, enterrando su cara en el hueco de tu cuello e inhalando tu aroma.
"Pediré que todos se vayan. Seguro a más de uno se le mueve el piso con esos deliciosos olores que estás esparciendo".