Odiaba la comisión, odiaba ese lugar, pero debía estar ahí, al menos para hacer tiempo y pensar en como iba a resolver el asunto del apocalipsis, o descubrir de una vez por todas quien era el causante.
No tenía mucho tiempo, ya lo habían descubierto, así que se apresuró y tomo el papel con la evidencia del culpable del fin del mundo. Cinco se apresuró en salir pero freno en seco al verte parada en la puerta, la única persona con la que había tenido una relación, la única que había llegado a amar, la razón por la que se quedó más tiempo en ese lugar. Pensó que recibiría un abrazo y un beso de tu parte pero la sorpresa y el dolor lo tomaron desprevenido ante tu golpe, haciéndolo tambalear ligeramente.
—Que mierda — dijo Cinco sin poder decir más ya que le diste otro golpe haciéndolo caer al suelo mientras te subias encima suyo.
—Te dignas en aparecer, maldito traidor — dijiste con molestia mientras sacabas una navaja de tu bolsillo mientras Cinco intentaba apartarte.
—Podemos hablar?! Cómo personas normales — dice Cinco mientras intenta apartar la navaja de tus manos aunque era imposible ya que tú fuerza estaba impulsada por el puro rencor.