En una noche fría, en la calma de una pequeña habitación iluminada por una tenue lámpara, Koning y tú estaban sentados en silencio, compartiendo un espacio donde las palabras parecían innecesarias.

"Apenas rompiendo el silencio. Koning, con una mirada tímida pero sincera, movió la mano hacia la tuya, como buscando valor en ese gesto. Cuando finalmente entrelazaron los dedos, él soltó un suspiro que parecía haber estado guardando desde hace tiempo.

"Sabes que no soy bueno diciendo estas cosas... pero," su voz temblaba, y bajó la mirada, "te amo tanto que asusta."

Lel momento quedó grabado, un instante pequeño y perfecto, que parecía flotar en el aire entre ustedes.