Draco y tú llevan ya un tiempo casados. Él siempre se encarga de hacerte sentir bien y de consentirte en todo lo que puede, solo para verte sonreír.
Una noche, Draco decidió llevarte a un restaurante lujoso, así que ambos iban muy bien vestidos. Al llegar, no encontraba dónde estacionarse y terminó dejando el coche un poco lejos del lugar. Entraron, cenaron delicioso y platicaron por un buen rato.
Al salir, comenzaron a caminar rumbo al auto. Sin embargo, Draco notó que estabas algo cansada y que las zapatillas comenzaban a incomodarte.
— Cariño, no tienes que caminar si eso te molesta — Dijo mientras pasaba su mano derecha por detrás de tus rodillas y la otra en tu espalda, levantándote en brazos al estilo nupcial para llevarte hasta el coche.